El arte y la cultura como proveedores de marketing de experiencias

Las empresas deben ser conscientes del carácter emocional y de experiencia que aporta la cultura en su estrategia de marketing.

martes, 11 de diciembre de 2007

Nace el "G8" de la cultura


España jugará en la liga de campeones de la cultura y más concretamente la población de Avilés en Asturias. Desde hace tiempo nos quedamos fuera del denominado G8: grupo de países industrializado cuyo peso político, económico y militar es muy relevante a escala global. Está conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia. No se basan en un criterio único por lo que no son ni los ocho países más industrializados, ni los de mayor renta per cápita ni aquellos con un mayor Producto Interior Bruto. Los orígenes del G8 se establecen en marzo de 1973 y obviamente España no entraba en el contexto de país potencial.




Pero ahora sí. Formaremos de pleno derecho de lo que ya se llama el G8 de la cultura y entramos por la puerta ya que nace una constelación de auténticos "jugadores culturales galácticos" de la acción cultural en la que se alinearán, junto al Niemeyer asturiano, el Centro Pompidou de París, el Barbican Center de Londres, el Lincoln Center de Nueva York, la Ópera de Sidney, la Biblioteca de Alejandría, el Foro Internacional de Tokio y el Centro Cultural de Hong Kong.




El G8 se presentará oficialmente el 14 de diciembre y se materializará con la concepción del Centro Niemeyer, cuya construcción arrancará a principios del año próximo junto a la ría de Avilés y será inaugurado oficialmente en el arranque de 2010. El objetivo: establecer sinergias y programar de manera coordinada todo tipo de productos culturales, desde ciclos de cine hasta exposiciones de arte pasando por producciones musicales y ciclos de conferencias y mesas redondas.El próximo día 14, en el teatro Palacio Valdés, los responsables de los centros culturales multidisciplinares más grandes y activos del mundo se reunirán con dos temas en el orden del día: dar carta de naturaleza al Centro Niemeyer y, sobre todo, empezar a diseñar una nueva estrategia de marketing cultural.


El continente del proyecto lo ha diseñado el que será el primero y único proyecto español del brasileño Oscar Niemeyer -uno de los grandes monstruos vivos de la arquitectura moderna, y que el próximo día 15 cumplirá 100 años- quiere marcar el paso en una nueva concepción de la gestión cultural.Todo arrancó en 2005 cuando, con motivo del XXV aniversario de los Premios Príncipe de Asturias, los responsables de su fundación pidieron a Niemeyer y al resto de los galardonados una colaboración especial. "Le pedimos que pronunciara una conferencia, o que participara en un encuentro... ¡y él nos regaló un proyecto de edificio!", recuerda Natalio Grueso. Dicho y hecho: el Principado de Asturias entró a saco en el proyecto (que financiará por completo, junto a la búsqueda de patrocinios privados) del Centro Niemeyer. La meta es convertirlo en un nuevo polo de atracción turística: un efecto Niemeyer capaz de rivalizar con el efecto Guggenheim.


Aunque es digno de destacar, a esta iniciativa no le faltaran elogios y críticas. Serán muchas las interrogantes que se deberán dilucidar: es necesario polarizar un macrocentro cultural de estas características, hay un interés solapado turístico, realmente se crearán sinergias entre los diversos centros, qué papel jugará la iniciativa privada. Las administraciones públicas empiezan a ser conscientes, que el dinamismo de una sociedad pasa por vertebrar una serie de iniciativas culturales y que proyectos como éste son necesarios, pero no suficientes para entrar en la élite culural mundial. Deben existir proyectos culturales menos ambiciosos y más locales que hagan que la cultura no se polarice en varios macromuseos, macrofundaciones, macroeventos. La respuesta estará en conseguir "capilaridad" y que la cultura cuantitativa y cualitativamente cale en el consumidor cultural actual y potencial.


El marketing cultural tiene ahora la palabra. Ya no se concibe ningún producto cultural sin un planteamiento de riguroso de marketing. En esencia el marketing cultural debería responder si verdaderamente el mercado o mejor dicho, el consumidor de cultura responderá en el siglo XXI a estas macropropuestas.


Veremos cómo se desarrolla el proyecto. Acaba de nacer y ya suscita posiciones encontradas. De nuevo arte y marketing se dan la mano.